martes, 4 de febrero de 2014
La Guerra del Mixton
Poco antes de que se iniciaran las hostilidades, el virrey Antonio de Mendoza había enviado al gobernador de Nueva Galicia Francisco Vázquez de Coronado por tierra, y a Hernando de Alarcón por mar hacia el norte, en expediciones simultáneas para buscar la mítica ciudad de Cíbola (o Siete Ciudades). El control de Nueva Galicia, quedó en manos del teniente de gobernador Cristóbal de Oñate quien pronto se dio cuenta de que las fuerzas militares españolas habían sido superadas. Los abusos de algunos encomenderos y la resistencia de los propios indígenas para someterse a la corona española, fueron las causas que provocaron los primeros incidentes aislados. Un grupo de dieciocho principales chichimecas fueron hechos prisioneros, y nueve de ellos ahorcados por el capitán Domingo de Arteaga a mediados de 1540, en presencia de Cristóbal de Oñate, Martín Benítez, Juan Pascal y otros españoles.
La respuesta de los chichimecas no se hizo esperar, a finales del mismo año los pobladores de Huaynamota y Huazamota dieron muerte al encomendero Juan de Arze a quien además se comieron asado. Rumores y noticias del descontento fueron escuchadas por Cristóbal de Oñate, se reportó un baile en Tlaxicoringa en donde los indígenas de los pueblos de Tlaltenango, Cuitlan, Hueli, Colotlán, y Tepeque promulgaron el levantamiento general. De acuerdo a las versiones de los cronistas españoles se celebró una especie de aquelarre dirigido por “viejas hechiceras” quienes invocaron al diablo, se le llamó tlatol y fue interpretado como la "palabra siniestra del diablo",6 el propio virrey Mendoza escribió que "algunos indios con los que se entrevistó le habían dicho ser mensajeros del diablo, el cual se llamaba Tecoroli, y le comunicaron que éste traía consigo resucitados a los antepasados indígenas". Muy probablemente se trataba de sacerdotisas celebrando un rito religioso, y en realidad el vocablo tlatol es la forma abreviada de tlahtolli (idioma náhuatl: discurso o palabra ) Los rumores escuchados se referían a reuniones celebradas en Tlaxicoringa, en donde los pueblos originarios determinaron hacer un frente común contra los españoles, a quienes pretendían expulsar de sus tierras. El huehuehtlahtolli, era la la antigua palabra, o discursos pronunciados por los ancianos y los sabios.
Hubo diversas reuniones posteriores donde se escuchó el tlatol, en Xuchipila, Nochistlán y Teocaltiche. Con los ánimos encendidos, los indígenas atacaron a los españoles en Xuchipila, en Tepechitlán mataron a un esclavo de raza negra que trabajaba para Arturo de Bobadilla. En las cercanías de Etzatlán y Tequila, el fraile franciscano Juan de Calero intentó dialogar con ellos para conseguir la paz, pero como respuesta lo atacaron y mataron con flechas diciendo "¡Ya no nos predicarás más cosas del cielo ni del infierno, ni queremos tu doctrina!". Fray Antonio de Cuéllar realizó un nuevo intento de diálogo, pero con iguales resultados.
La rebelión general comenzó en 1541, en las inmediaciones de los señoríos caxcanes de Teocaltiche, Nochistlán y Xuchipila. En esta última población se había levantado un convento franciscano al que habrían llegado emisarios de la sierra del Nayar — probablemente coras o huicholes— a arengar a los indios a levantarse contra la dominación española, y muy especialmente contra la religión cristiana. Los indígenas partieron de los poblados españoles y se fortificaron en el Mixtón. Entre algunos de los líderes de la rebelión indígena se encontraban Petlácatl cacique caxcán de Xalpa, Francisco Tenamaxtle de Nochistlán, Coringa de Tlaxicoringa, Tencuítlatl de Xuchipila y don Diego de los zacatecos. El lugarteniente de gobernador realizó una junta y envió un mensajero en busca de ayuda a la ciudad de México, pues se dio cuenta que sus fuerzas habían sido superadas.
Xiuhtecutli, gobernante de Xuchipila atacó a Gonzalo Garijo en Tlaltenango. En defensa de su causa, su lema fue ”totenan, totzacuil” (náhuatl: nuestro muro, nuestro amparo ), y bajo el grito de guerra “¡Axcan quema, tehuatl, nehuatl!” (náhuatl: ¡Ahora sí, tú o yo! ) comenzaron el ataque generalizado. Desde Guadalajara, Cristóbal de Oñate envió al capitán Miguel de Ibarra, así como indios aliados Tlaxomulco y del valle de Tonalá, los enfrentamientos tuvieron lugar en el cerro del Mixtón. El requerimiento fue leído repetidas veces, pero los rebeldes hicieron caso omiso a la lectura. Las fuerzas españolas fueron derrotadas y repelidas. De inmediato se enviaron noticias a la Ciudad de México, solicitando ayuda nuevamente, al virrey Antonio de Mendoza. Consumada la derrota en el Mixtón, los rebeldes sobrevivientes decidieron replegarse a la zona septentrional de Nueva Galicia, Tenamaztle se alió a Chapuli. No se consiguió una paz duradera, y los rebeldes mantuvieron acciones de guerrilla durante casi diez años más. Tenamaztle mantuvo en pie de guerra a los caxcanes, y fueron adicionalmente apoyados por los guainamotas, coras, tocomios, y tecuales. Otros pueblos que aún permanecían bajo control indígena fueron abandonados a los españoles.
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